sábado, 12 de junio de 2010

Preocuparse puede generar recuerdos de cosas que nunca sucedieron...

¿Cuántas veces le han dicho a usted que, ante un problema, mejor que preocuparse es ocuparse? ¿Y a razón de cuántos minutos de su vida pasó angustiándose por lo que podría suceder si... ?

¿Cuántas veces le han dicho a usted que, ante un problema, mejor que preocuparse es ocuparse? ¿Y a razón de cuántos minutos de su vida pasó angustiándose por lo que podría suceder si... ?

Ahora, habría una explicación científica para hacerle caso al consejo o, al menos, tratar de hacerlo. Y para intentar ignorar aquél extendido sueño de caerse en un escenario antes de recibir un premio, el título de graduación, o ese otro en el que uno olvida hasta su nombre antes de un examen...

Y es que estudios llevados a cabo en la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos) indican que el sólo hecho de anticiparse a o de preocuparse por algo que va a ocurrir hace que esta experiencia se grabe en el cerebro con la misma intensidad que un recuerdo negativo real, incluso antes de que ocurra.

Más al grano: que por el mero hecho de preocuparse usted está corriendo el riesgo de convertir esa aprensión en un recuerdo de un hecho que todavía no pasó.

De acuerdo con un ensayo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences , cuando algo le preocupa a una persona se activa un circuito del miedo que amplifica el temor a volar o a hablar en público y condiciona así el comportamiento futuro de dicha persona.

Kristen Mackiewicz, cabeza del equipo que realizó la investigación científica analizando qué sucedía en el cerebro de voluntarios por medio de técnicas de resonancia magnética, explicó que el estudio se hizo para tratar de entender más y mejor la formación de recuerdos en casos de estres postraumático y aplicar tratamientos más apropiados.

Todos sabemos por experiencia propia que los hechos emocionalmente más perturbadores, como una agresión, un accidente o la muerte de un ser querido, quedan marcados en la memoria con mucha mayor profundidad que los acontecimientos cotidianos.

Fue estudiando este fenómeno, que los expertos descubrieron que el sólo hecho de anticiparse a una situación angustiante, temida o claramente mala puede activar dos regiones cerebrales relacionadas con la formación de recuerdos, incluso antes de que dicha situación se produzca.

Una persona que tenga miedo de hablar en público o de volar en avión sentirá ansiedad cada vez que se enfrente a estas situaciones. De acuerdo con los resultados obtenidos en Wisconsin-Madison, cuanto más tiempo pase alguien pensando en esas situaciones posibles o futuras, más fuertemente grabado en su cerebro quedará dicho acontecimiento, con lo cual más temor y aprensión y preocupación sentirá el individuo la próxima vez que tenga que exponer en público o subirse a un avión.

De manera que la anticipación a una situación angustiante pone en marcha en el cerebro un circuito de miedo que, al mismo tiempo, ayuda a reforzar viejos recuerdos y acentúa la grabación profunda de los nuevos.

Los investigadores tienen la esperanza de que, al descubrir qué regiones del cerebro participan en esta reacción, las personas que sufren algún tipo de desorden post-traumático no se vean invadidas continuamente por recuerdos espantosos de hechos que, en realidad, nunca ocurrieron.

Sabiendo dónde se da dicha fijación cerebral, podría desactivarse esa respuesta hiper negativa, eliminando la propensión a que esas personas recuerden tan fácilmente los recuerdos negativos.

Esta solución podría aplicarse sobre todo en el caso de desórdenes de estrés post-traumático y de ansiedad social, que suelen producir en quienes los padecen desagradables recuerdos intrusivos o retrocesos en el tiempo, generando una cíclica rememoración de los hechos traumáticos.

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