Hace poco en medio de una reunion me preguntaban como definirme. ¡Que pregunta! Creo que es imposible responder a eso, por que nadie sabe realmente como es, sino que siempre termina contando lo que le gustaría ser, pasando por alto que no existe un espejo sentimental que nos diga quienes somos.
Algo similar pasa con los sentimientos, todos saben como se sienten, pero te dicen como se quieren sentir cuando hablan de los mismos.
En lo respectivo a los sentimientos, siempre lleve adelante una bandera de honestidad tan brutal que a veces le ha costado el corazón a otras personas, y en algunas ocasiones a mi. Es que simplemente no puedo considerar por un segundo el hecho de sentir con la cabeza, y pensar con el corazón.
Los sentimientos son para sentir, y la cabeza para trabajar. No hay cuenta matemática que nos pueda decir cuanto ganamos al querer o a abandonar a alguien, lo único que nos queda es el consuelo de haberlo sentido y la feliz o triste aventura de aquellos que se animaron a buscar algo mas para su vida.
Pero yo, siempre quise mantenerme alejado de ese amor que se compra en el Easy, ese amor que viene con instrucciones para armar, cual mueble plegable, y un destornillador para desarmarlo cuando se pone viejo.
El amor normal, lo chato, lo esperado, lo común, lo predecible. Todo eso me produce un sentimiento de asco al mejor estilo de “La Nausea”, y no puedo controlar mi odio hacia esas personas que se refieren a su pareja como “Buena”, “Compañera”, “Dulce”, y todo tipo de atributos conformistas.
Vayan nomás, pregúntenle a su gente cercana que es lo que los enamoro de la persona que aman, y obtendrán como resultado las palabras mas vulgares del universo. Socaven, profundicen e indaguen y se encontraran con que la mitad de las personas que ustedes creían enamoradas, se han resignado a la búsqueda de su media naranja para pasarse al conformismo y tirarse a dormir la siesta eterna.
Una vez leí un fragmento del libro de Sigmund Freud que decía algo como que la clave del éxito para ser feliz es aprender a sustituir.
De la misma forma en la que vamos sustituyendo un calzoncillo de chico por uno adulto, y de la misma forma que cambiamos el auto que nos roban por otro distinto. Pero todo aplicado a personas, sentimientos, y pensamientos. Algo que no solo me lleno el culo de preguntas, sino que también me desalentó en la búsqueda eterna de la persona a quien admirar.
El amor sin admiración, es como comer un huevo sin sal, no sabe a nada. Pero sin embargo llena de igual forma el hambre pasajero y nos proporciona momentos de felicidad, o más bien, la necesidad momentánea que tenemos.
Por que las personas tenemos dos capas, la común y corriente, que es la que exhibimos en sociedad, y finalmente la de adentro, como un huevo, la parte blanda.
Y solo aquellos que conocen la parte blanda de su huevo, pueden considerarse afortunados o concientes de amar a alguien, de aceptarlo como es, y de poder brindarle su parte blanda.
Finalmente, como todo en la vida, el tiempo comienza a influir en nuestra forma de pensar, en nuestra concepción de los sentimientos, y por que no de las personas.
Yo, personalmente, me he enterado que jamás voy a terminar de sorprenderme de las personas. La gente en la vida de uno es como el teclado de un piano: hay demasiadas teclas blancas que están para rellenar, y un par de teclas negras que nos marcan para siempre.
Y son esas teclas negras quienes tienen el poder de lastimarnos, de sonar desafinadas, o de componernos la serenata más hermosa capaz de escucharse jamás.
Pero es algo ilógico, algo injusto, saber que el promedio de vida es de setenta años, veinticinco mil quinientos cincuenta días, seiscientas trece mil doscientas horas, y tan solo ocho míseras teclas que valen la pena, mientras una banda de teclas blancas revolotean alrededor nuestro.
Es cierto, la gente nunca deja de decepcionarte, la gente se quiere o no se quiere, se ama o no se ama, no existe una fábrica de sentimientos ni una formula para el amor que sea capaz de decirnos los movimientos exactos que dar.
Sin embargo, puedo decirles que la vida es un trabajo. Por mas feo que suene, es nuestro trabajo conseguir, buscar, pelear por las cosas que nos hacen felices. Nada se aparece regalado en balde, y en la búsqueda de algo mas podemos siempre perder el corazón, podemos terminar estancados, o para aquellos que tienen suerte, podemos terminar siendo las personas más felices del mundo.
En este mundo en el que vivimos, quedan tan pocas ofertas de felicidad real, de sacridad, de cosas que valen la pena luchar, que tarde o temprano terminamos empujados hacia el aparato digestivo de la gente, que nos come y nos degusta, para mas tarde vomitarnos dejándonos secos y dándonos cuenta de que estamos al lado de una persona que es buena compañera, buena persona, de lindos rasgos, pero que no nos transmite paz, que no nos hace crecer, y lo mas importante de todo, que no podemos amar por mas que le pongamos el mayor de los empeños.
Por eso mismo, considero que en este mundo no solo hay pocas cosas para ser feliz, sino que uno mismo tiene que encontrarlas. Y como si eso fuera poco, hay muy poco amor para dar. Estamos cargados de sentimientos oscuros, pretextos infantiles, y lo peor de todo unidos por la fuerza sin la fuerza de la unión.
Por todas estas razones, si alguna vez fuiste capaz de saber lo que piensa una persona con solo mirarla, si alguna vez fuiste capaz de conocer la peor parte de alguien y no te asusto, si alguna vez fuiste capaz de sentir que vale la pena vivir la vida al lado de alguien, o si fuiste capaz de abrazar a alguien y sentir que eran una sola persona, no importa nada mas.
No importa nada mas, lucha, pelea, hasta que no te queden fuerzas para levantar el teléfono, hasta que sientas que te desfalleces, hasta que se te cierre el estomago y no puedas ni tomar agua.
Lucha, incluso cuando todos digan que no lo hagas, cuando todos digan que sos un loco, que sos un obsesivo, que te olvides, que te estas lastimando. Lastímate, aunque viva en África, aunque este de vacaciones en México, aunque este a punto de tener un hijo.
Lucha, por que cuando estés viejo y la música de las teclas blancas te aburran, te vas a replantear toda tu vida. Hacete mierda, busca la tecla negra que te haga feliz, que te comprenda, y que no haga falta tocarla para saber como suena.
Por que algún día, entenderás que todos aquellos que te trataron de loco, están comiendo asados los domingos, contando los días para su jubilación, viviendo su vida a través de sus hijos, y llenos de compromisos que no los hacen felices.
Y recién ahí, por más cursi que suene, cuando encuentres a esa tecla negra, entenderás que un beso lo cambia todo. Que un beso divide la medianera entre la felicidad y la amargura, y que un beso, un simple beso, puede cambiar la vida de alguien para siempre.
Hace lo que sea, cualquier cosa que funcione, lo que te sirva, lo que sea que te de resultado. Nadie puede empañarte ni nublarte la vista más que a los ojos, el corazón camina por cuenta propia y nunca miente. Por eso, mira a tu alrededor, y hace lo que sea, cualquier cosa que te haya dado resultado, por que no existe una manera mas caníbal de lastimarse que no permitirse ser feliz.